sexta-feira, maio 09, 2008

Lugares como mujer

Foto sacada de aquí.

Ser mujer, joven, guapa e independiente son elementos aún incompatibles en mi país. La verdad quise escribir en nuestra cultura patriarcal, pues entonces lo reescribo: Ser mujer, joven, guapa e independiente son elementos aún incompatibles en nuestra cultura patriarcal. Últimamente he pensado cada día que mi lugar también tiene que ser como militante feminista. Si yo soy una de las que tienen lecturas suficientes sobre el tema seguramente tengo que tomar partido en ese movimiento dialéctico de desconstruir al machismo - no lo masculino, hace falta decir -.


La mujer es todavía un signo en observación, elaboración y comprensión por la cultura. Nos miran detenidamente y muy curiosos de lo que ven. Sin embargo, nos ven con lentes astigmáticas, es decir, con lentes distorsionadas y que distorsionan: a una mujer siempre la ven como doble - la que parece ser y la que de hecho es. Todavía fantasean con el binomio mujer libre/promíscua; es un esteriotipo que no se ha di(re)suelto en nuestro mundo tan cristalizado.


Lastimadamente somos vistas bajo una mirada monolítica y lineal, y peor todavía: nos quieren hacer creer - y la mayoría de las veces lo logran - que la lucha feminista por respeto e igualdad y también por el lugar justo que nos toca en la Historia es una lucha anacrónica. Hablo de nosotras porque está claro que es una realidad que dice respeto a la gran mayoría de las mujeres. Y seguiré hablando de nosotras, y por nosotras, porque a partir de hoy levantaré la bandera feminista lo más alto que pueda. Y lo hago muy consciente de mi condición de intelectual y a la vez de objeto de análisis, observación y elaboración por dicha cultura.



Estamos en siglo XXI. Hace falta poner de relieve que la evolución tecnológica y la misma "evolución" del capitalismo no fueron capaces de disolver los conflictos que la presencia de la mujer en las esferas públicas, antes espacio solamente masculino, representa aún un problema, un malestar que se intenta enfrentar con las mismas prácticas de antaño, tales como vigilancia, difamación, persecución, ataques, disputas de varios tipos.



No es una cuestión sencilla tampoco pacífica que las mujeres se reconozcan y sean reconocidas como ciudadanas. De pronto me doy cuenta de que todas las luchas a lo largo de la Historia por derechos humanos son una farsa si pensamos que en múltiples acciones se intenta desconstruir el lugar de las mujeres como profesionales, como madres, como seres libres que pueden ser todo esto a la vez, sin tener que fragmentarse para ocupar un lugar en el mundo.



Empecé mi texto hablando de lo difícil que es ser mujer, joven, guapa e independiente en mi país. Pues es complicado serlo porque veo que a mí, por ejemplo, me fragmentan como sujeto: si soy joven, no puedo ser competente; si soy guapa, es incompatible ser lista; si soy lista no puedo tener el amor de un hombre; si soy independiente, seguro es porque llegué a ese lugar gracias al a(im)porte de algún hombre. O sea: las mujeres nos afirmamos gracias al signo masculino. ¡Caray! Es impresionante que todavían nos vean así: ya tenía lo suficiente con ver mi sexualidad afirmada a partir del falo masculino, con la falta lacaniana que me acompaña como mujer. ¿Ya no basta que nos vean como la costilla de Adán?



Es importante traer a la luz la discusión sobre qué lugar las mujeres queremos ocupar en el mundo. Me agotan los prejuicios que veo diario, sea en los
massmedia, sea en la calle, en las conversaciones de amigos, o en las prácticas cotidianas de diversos niveles y sectores. Lo que me pone triste es que muchas mujeres aceptan los lugares que nos fueron asignados como seguros y estables. Sí, quizás sea estable estar en lugares que son ocupados por mujeres desde hace siglos. Lo difícil es conquistar otros, es buscar conocerse más a sí misma y encontrar la esencia de sí y de sus sueños. Saber lo que queremos verdaderamente cuesta trabajo. Y puede ser doloroso derribar los castillos.

Nenhum comentário: